Santa Inés, la historia y los parques

*En los alrededores de Santa Inés coexisten variadas atmósferas: música del mariachi, olor a pan de uno de los hornitos más longevos y dos imponentes recintos religiosos

Jaime Carrera

Puebla, Pue.- En el mismo espacio conviven las risas, los besos y los caminantes que van de un lado a otro, acompañados de una puesta de sol de esas que bañan de dorado los entornos y son fieles acompañantes de las tardes de un invierno que espera fervientemente a la primavera.

Es domingo y apenas unas tres personas conviven en el curioso jardín de Santa Inés. El sol cubre gran parte del espacio y se fusiona con el amarillo y seco color de las hojas de los árboles en cuyas copas retozan aves, que al primer movimiento bajan a buscar un poco de alimento.

Las personas dicen que no hay mejor forma de vivir que junto a un parque y hay mucha razón en ello. El café bebido en espacios verdes sabe mejor y las pláticas adquieren un peculiar sentido, son puntos de reunión, pero también de despedidas de las que calan hasta el hueso más diminuto.

Desde la esquina en la que convergen las calles 3 sur y 9 poniente en el Centro Histórico, el bullicio propio de una ciudad de tal tamaño por ratos amenaza con acabar con la tranquilidad del lugar, que por albergar un sinfín de anécdotas es protagonista de su propia historia.

En los alrededores de Santa Inés coexisten variadas atmósferas: la música del mariachi, el olor a pan de uno de los hornitos más longevos de la capital poblana y dos imponentes recintos religiosos en cuyos interiores los feligreses han agradecido por uno, dos, tres o más milagros.

Lo que pocos saben es que en ese jardín y en los cuadrantes próximos se libraron episodios de guerra entre mexicanos y franceses durante el sitio de Puebla en 1863, cuya duración de 62 días destruyó la ciudad y concluyó en el establecimiento del Segundo Impero Mexicano.

De allí el segundo nombre que adquirió el parque: Miguel Auza Arrenechea, en honor a un general nacido en Zacatecas, héroe en la Guerra de Reforma y asignado a Puebla para dirigir tropas y defender al país desde esta ciudad en la segunda intervención francesa.

En donde se respira serenidad hace más de 150 años era un campo de batalla, unas cuantas calles abajo desde el Templo de Nuestra Señora de El Carmen, los franceses avanzaban con firmes pasos hacia lo que hoy es la 3 sur. El olor a pólvora parece aún percibirse.

Así el general Auza junto con el batallón Chiapas defendió heroicamente a Puebla y desde ese punto en el corazón de Puebla libró largos enfrentamientos con los franceses, hechos que incluso hasta hace unos años estaban registrados en una placa conmemorativa.

Aunque en el sitio, esa no ha sido la única lucha registrada, allí se han derramado lágrimas, se han dado gritos de felicidad y actualmente sus locatarios libran otra ardua batalla: la de resistir y no bajar las cortinas definitivamente ante un microscópico y letal virus.

Pero, y al final qué son los parques sino eso, contenedores de historias y de luchas, llenos de vida, todo en un mismo lugar, con bancas donde los enamorados se besan, donde se disfruta más la lectura de un diario o simplemente, desde donde se observa el tiempo pasar.

 

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